Capítulo 1. Bienvenido a Ekuatoria
Azamshir
es un mago, o al menos algo muy parecido a un mago. Él tiene la
capacidad de modificar la realidad a su antojo. No se conocen muy bien
sus orígenes, tampoco él es muy dado a explicarlo, pero en algún momento
de su vida decidió dejar de lado esta realidad y crear una propia. Una
realidad paralela donde todo fuese creado por él, y la bautizó con el
nombre de Azamshilaar, y dentro creó el mundo de Ekuatoria.

Ekuatoria pretendía ser un
auténtico paraíso. Un lugar para el esparcimiento, el disfrute y el
libre uso de la voluntad para crear y moldear el mundo.
Dentro
de esta particular realidad, Azamshilaar, se encuentra el propio mundo de Ekuatoria.
Un enorme planeta, la tierra de color púrpura y el agua y los cielos de
color turquesa. La mayor parte de la superfície son extensas planícies
de Tierra con algo de vegetación, y calmos mares.
En
el ecuador se encuentra la Ciudadela, que actuaría como capital del
mundo. En el centro y rodeado por ésta, el Palacio de Ekuatoria. La obra
magna construida por Azamshir que le serviría de hogar para él y sus
más allegados.
Azamshir es un hombre con mucha
imaginación, así que usa su poder para añadir contínuamente más
detalles, objetos y personajes a su nueva realidad. Para empezar, en
Ekuatoria no pasaría el tiempo, la muerte no sería una posibilidad, los
cuerpos orgánicos simplemente se mantendrían sanos y funcionales por
siempre. No es necesario tan siquiera respirar, por supuesto tampoco
comer ni dormir. Pero por tal de darle cierto "realismo", creó vientos
frescos que harían bailar la temperatura entre los 20ºC y los 25ºC para que siempre se sintiera
agradable, y
pasto delicioso que puede comerse.
En los cielos colocó una gran estrella
mayor que daría cálida luz dorada y frescas sombras al nuevo planeta. Y a lo
largo y ancho de los parajes diversas montañas e islas que embellecerían
el paisaje.
Creó a dos ayudantes, Serenitas y Kreatore. Éstos le ayudarían a trabajar en la serenidad y la creatividad respectivamente.
- ¿No es fantástico? Mi propio mundo. Mi propia realidad.
- Y además es hermoso. - Dijo Kreatore. - Pero supongo que mi opinión no vale mucho.
-
Jaja, supongo que no, no quiero volverme loco haciendo demasiado caso a
mi propia creación. Pero sí, supongo que me alegro, estoy contento,
este infinito refugio me trae siempre renovada inspiración y motivación
para seguir creando. Es un lugar tranquilo y agradable.
Azamshir
paseaba y meditaba por los extensos parajes y jardines mágicos de
Equatoria. De día y noche sin compañía vagaba entre las flores y
exóticas plantas tratando de hallar inconsistencias en sus conclusiones,
buscando nuevas ideas y jugando con ellas.
Capítulo 2. Memoria
Azamshir mantenía un libro o cuaderno donde dibujaba y escribía todo lo que se le ocurría, anotaba en él cualquier idea. En éste aparecían los bocetos que tal vez luego se volverían realidad en Ekuatoria, historias, objetos, plantas, animales, arquitectura, paisajes... En la portada aparecía el título Dibesfer.

Así mismo creó en Palacio una habitación especial, la Biblioteca Oval, aquí organizaba por tomos aquellas historias que quería preservar. Infinidad de libros sobre los conceptos que Azamshir había estado pensando.
Azamshir se preocupaba por hacer de Ekuatoria un lugar apacible y bello, pero también tenía en mente la posibilidad de perderlo todo, tal vez si perdía la cabeza pondría en peligro todo lo que había hecho. Debía crear un sistema que mantuviera la estabilidad del reino y sus creaciones, algo sobre lo que apoyarse si todo fallara, porque a veces cuando no hay enemigos u obstáculos, uno mismo puede ser su propio enemigo.
Así creó la Piedra de la Memoria, una gran piedra cristalina y esférica de color púrpura creada para almacenar la información por la eternidad, y la situó en el centro de la Biblioteca Oval. Ésta sería la garantía de la estabilidad del Reino de Ekuatoria, su misión sería preservar el orden. Y Azamshir creó una nueva ayudante que se encargaría de vigilar y cuidar la Piedra y la Biblioteca Oval, Constantia.
Cada vez que quisiera recordar algo, podía tocar la piedra y acceder al registro de todos los cambios que había sufrido Ekuatoria, absolutamente cualquier recuerdo.

- A ti te he creado, y te he otorgado el poder y la responsabilidad de cuidar la piedra de la memoria. Tu deber será preservar el orden de esta realidad y la integridad del Archivo, Constantia.
- La estabilidad del reino recae sobre mí y con mucho gusto la sostendré, Azamshir.

Capítulo 3. Vida
Ekuatoria era cada vez más rica en detalles, siempre aparecían nuevos tipos de vegetación que poblaban las planícies, incluso frondosos bosques, algunas aves, entre ellas el fantástico búho púrpura, que actuaría como los ojos de Azamshir para vigilar desde los cielos Ekuatoria.
Si bien había creado un gran elenco de seres "virtualmente vivos", Azamshir quería crear unos invitados especiales, unos seres con una personalidad e historias que les guiaran a tomar sus propias conclusiones y de alguna manera contribuyeran a la nueva sociedad que quería formar en Ekuatoria.
Así se puso a dibujar y escribir sobre varios personajes. El primero fue Wimsur. Un mago de baja estatura con muy mala memoria. También Dibesbot, un pequeño robot inalámbrico con mucha curiosidad. Dibesplant, un ser vegetal con tremenda compasión por la vida. Shadowfer, un ser de pura sombra y un alma rebelde. Teknofer, un ser parecido a un clásico alienígena con una clara vocación tecnológica.
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Los seis primeros. |
Las historias de estos personajes comenzaban a tomar forma en los tomos de la Biblioteca Oval. Había cada vez más archivos sobre las cualidades y trasfondos de estos personajes, y con el tiempo, fueron haciéndose reales.
Pronto se les pudo ver andando por la Ciudadela y los exteriores. Jugando, explorando y descubriendo sus propias historias.
Azamshir trataba a menudo con ellos y mantenía largas conversaciones. Tanto que llegó a desarrollar amistad. Estos personajes también hacían más apacible la tarea de Azamshir, daban cierto sentido a su creación y le hacían compañía, le hacían sentir menos solo.

Miércoles 1 de mayo de 2019 - Ferrán Minero